Las aportaciones más interesantes y recientes a la comprensión del fenómeno son, en orden cronológico, las de Dominique Wolton (1989, 1995), Dan Nimmo y David Swanson (1990), Jacques Gerstlé (1992) y Brian McNair (1995).
Según Wolton:
En sus inicios como disciplina, se designó a la Comunicación Política como el estudio de la comunicación del gobierno, posteriormente como el intercambio de discursos entre políticos -en el poder- y la oposición; luego se amplió al estudio del papel de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y a la influencia de los sondeos en la vida política, principalmente para encontrar las preocupaciones de la opinión pública en el comportamiento de los políticos (Wolton, 1989).
Para Nimmo y Swanson :
En su dimensión política, la comunicación es una fuerza tanto para el consenso como para el conflicto; las campañas electorales en las democracias liberales representan para ambos el cambio y la estabilidad; [...] la comunicación política es al mismo tiempo fuente de poder y de marginación, producida y consumida por los ciudadanos, actores más o menos autónomos, informados, determinados y creativos, pero también modelados por estructuras [...] poderosas. (Nimmo y Swanson, 1990).
A su vez McNair (1995), define la comunicación política en torno a tres elementos que componen el flujo comunicativo: el emisor (<>), el receptor (<>) y el mensaje (<< la comunicación sobre ellos y sus actividades que aparece en las noticias, los editoriales y otras formas de debate periodístico>>).
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